Los subterráneos del Coliseo
Los niveles subterráneos del Coliseo eran el lugar donde se realizaban los diferentes preparativos antes de cada espectáculo. La maquinaria técnica estaba cubierta por el suelo de la arena, desde el que se abrían diferentes trampillas: hombres y animales aparecían por sorpresa, izados por montacargas que funcionaban a través de un complejo sistema de cabrestantes y poleas. Construidos en madera para la inauguración del Coliseo, los niveles subterráneos se transformaron en mampostería maciza bajo el reinado de Domiciano. A riesgo de derrumbes e incendios, y debido a sus características estructurales y a la abundancia de madera y cuerdas, fueron destruidos en el incendio de 217, lo cual dañó gravemente el conjunto del monumento, provocando su cierre hasta el año 222. Los niveles subterráneos fueron reconstruidos para la reapertura del Coliseo y sufrieron diversas transformaciones en sus dos últimos siglos de actividad, hasta que fueron completamente enterrados.
Actualmente, el área subterránea es de aproximadamente media hectárea. Catorce corredores son visibles, situados simétricamente a ambos lados del gran pasillo central. Cada extremo conduce a una sala de control: espacios simétricos que albergaban grandes montacargas, bordeados por túneles convergentes utilizados como muelles para las naumaquias (batallas navales) que tuvieron lugar con motivo de la inauguración del monumento. De hecho, cuando la arena de madera fue reemplazada por mampostería, ya no se celebraron espectáculos acuáticos.