Un paseo dantesco por el Parque Arqueológico del Coliseo, para recorrer la historia acompañados por los tercetos dantescos que narraron los acontecimientos de la historia de Roma, desde sus orígenes hasta el fin del imperio.
El Foro Romano, el Palatino y los Foros Imperiales con la Columna de Trajano son los testigos tangibles y monumentales de la existencia de personajes históricos a los que Dante dio voz en los cantos de la Divina Comedia, junto con los dioses paganos venerados en los templos del área arqueológica central.
A lo largo de las 15 etapas, guiarán al público las voces de los actores Massimo Ghini, Giuseppe Cederna, Giandomenico Cupaiuolo y Rosa Diletta Rossi.
"Oh vosotros que en un batel pequeño deseosos de oír…
Paraíso, Canto II, 1-9
El paseo dantesco por el PArCo empieza en los alrededores del Arco de Tito, en el umbral de entrada. Massimo Ghini introduce el itinerario invitando a los visitantes a seguirlo, así como Dante -a las puertas del Paraíso- invita a los lectores a no alejarse: Minerva, Apolo y las musas le dan su apoyo y le indican el camino a seguir.
Caco el pastor
Infierno, Canto II, 16-33
Existe un antiguo paso en la ladera suroeste del Palatino que, según narra Virgilio, fue recorrido por Eneas junto con el rey Evandro. Se trata de las scalae Caci, cuyo nombre proviene del gigante mitológico Caco, adversario de Hércules. El motivo de la lucha está representado en uno de los frescos de la Casina Farnese, pequeño y rico edificio del Renacimiento construido en la cima del Palatino, a cuyo interior nos conduce Giuseppe Cederna. Allí, el gigante, que vivía en una gruta del Aventino, aparece representado con uno de los bueyes consagrados a Apolo y robados al héroe. Por ello, Dante lo coloca en el VII valle del VIII círculo del Infierno, aquel en el que se castiga a los ladrones por la eternidad.
Eneas
Infierno, Canto II, 10-36
El Museo Palatino conserva el fragmento del rostro de una diosa. Es el Paladio, la estatua de la diosa Atenea que Eneas se llevó, junto con el padre Anquises y el hijo Ascanio Julo, durante la fuga de Troya a las costas del Lacio. Según Dante, Eneas era el padre de Silvio, fruto de las segundas nupcias del héroe troyano con Lavinia y fundador de la dinastía de la que desciende Rea Silvia, madre de los gemelos Rómulo y Remo. A lo largo del cauce del Tíber entre las dos ciudades, este pasaje de Dante, leído por Giandomenico Cupaiuolo, nos conduce al corazón del mito de los orígenes de Roma y al complejo proceso de injerto de la saga troyana en la romúlea. Esta es la descendencia que Augusto quiso eternizar en los ciclos estatuarios que decoraban las dos exedras del foro que lleva su nombre.
Catón de Útica
Purgatorio, Canto I, 28-93
Dante elige a Catón de Útica, campeón de integridad, como guardián del purgatorio.
Recorriendo los pasos de este hombre íntegro, enemigo de César, la voz de Giuseppe Cederna nos conduce a los espacios de la lucha política de la antigua Roma: la Plaza del Foro con las basílicas Emilia y Julia, lugares de encuentro y de administración de la justicia y la tribuna de los Rostra, adornada con los espolones de las naves embestidas durante la batalla, desde donde los oradores y los políticos arengaban al pueblo.
César
Paraíso, Canto VI, 34-72
La Basílica Julia, la Curia, el templo del Divino Julio: el área central del foro está delimitada por tres monumentos que siguen narrando la parábola de César, desde su divinización, por obra de Augusto. Dante trasfiere el dinamismo y la imparable serie de victorias del Dictador a los tercetos que ilustran, en el famoso discurso de Justiniano, la evolución del poder a través del recorrido del águila imperial. Es una digresión, leída por Giandomenico Cupaiuolo en la que los tercetos se suceden con ritmo acelerado: cobran vida a través de la sucesión de los teatros de batalla y los nombres de los protagonistas de los complejos acontecimientos de finales de la época republicana, aquella en la que César actuará al mismo tiempo como último representante y subversor del orden preestablecido, como atestiguan las propias arquitecturas del foro que harán pasar su nombre a la eternidad.
Bruto y Casio
Infierno, Canto XXXIV, 55-69
El templo del Divino Julio, eternización en la piedra de la divinización de César por obra del hijo adoptivo Octavio, nos lleva hasta la fase final del plan de venganza contra los dos asesinos de Julio César que terminó con la Batalla de Filipos. La construcción del templo fue decretada por el senado en el 42 a. C., tras la derrota de las tropas de Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino. Culpables de traición, Dante los sitúa al lado de Judas, mientras Lucifer los mastica. Son castigados en la cuarta zona del Cocito, la Judeca, con los traidores de los benefactores.
Con cada boca estaba triturando
a un pecador, como una agramadera,
a los tres de igual forma castigando.
Mas para el de delante nada era el morder,
con la espalda comparado, que estaba desgarrada
toda entera.
«A este la mayor pena le ha tocado:
es Judas Iscariote,
cuya testa está en la boca, y patalea airado;
hacia abajo esos dos la tienen puesta»,
dijo el guía, «el del rostro renegrido es Bruto,
que el dolor no manifiesta;
Casio el tercero es, alto y fornido.
Mas ya la noche llega, y
el instante de marcharnos, que todo visto ha sido».
Augusto
Paraíso, Canto VI, 73-81
Dante dedica a Augusto, nacido en el monte Palatino sobre el que construirá su palacio, tres tercetos del discurso de Justiniano: lo recuerda por la venganza infligida en Filipos a los asesinos de Julio César, en el 42. a. C., y por la derrota de la flota de Marco Antonio y Cleopatra ante las costas de Accio, en el 31 a. C. El poeta no se limita simplemente a enumerar sus triunfos: gracias a sus gestas militares, el águila del reino, símbolo del poder, pudo pacificar el mundo conocido hasta el momento, hasta tal punto que supuso el cierre de las puertas del templo de Jano.
Lo que hizo ya en las manos del siguiente,
ládranlo en el infierno Casio y Bruto,
y Perusa, con Módena lo siente.
También lloró Cleopatra amargo luto,
que, huyendo ante él, y de repente muerta,
pagó, con la culebra, atroz tributo.
Con él la roja cuenca le fue abierta,
y tanta paz al mundo le fue dando
que fue encerrado Jano tras su puerta.
Virgilio
Infierno, Canto I, 61-75
Habitante de la Roma “regida por Augusto la que a falsas deidades ha adorado”, Virgilio es el primer espíritu que Dante encuentra a lo largo de su camino. Será para él “duque” y guía entre los valles del infierno y las cornisas del Purgatorio, hasta la cumbre del Paraíso Terrenal. El autor de la Eneida, abanderado de la propaganda de Augusto, aparece representado al lado de las musas en el mosaico proveniente del Museo del Bardo y expuesto en la rampa imperial con motivo de la exposición "Cartago. El mito inmortal". Podemos escuchar sus palabras gracias a la voz de Giandomenico Cupaiuolo, e imaginarlo, en los días de su presencia en la corte, mientras recorre los senderos que ascienden por el Palatino para presentarse ante el Princeps Augusto en su estudio.
Horacio, Ovidio
Infierno, Canto IV, 73-102
Las habitaciones decoradas con frescos de la Casa de Augusto también eran frecuentadas por el círculo del poeta mecenas, eje y corazón de la narrativa de la época de Augusto. Formaban parte de él Horacio y Ovidio, poetas que Dante encuentra en el limbo junto a Homero y Lucano. Sus almas se distinguen del resto por su luminosidad, signo distintivo y recuerdo de la luz emanada en vida por su arte. La encargada de poner voz a este encuentro de Dante en el Limbo, es la actriz Rosa Diletta Rossi.
Trajano
Purgatorio, Canto X, 70-93
Con cierta sorpresa, nos encontramos a Trajano, el optimus Princeps, entre los cielos del Paraíso. Aunque fue un emperador pagano, sus particulares dotes de humildad y humanidad le hicieron ganarse la entrada en el círculo de los Beatos gracias a las plegarias del papa Gregorio Magno. Sus gestas pasarán a la eternidad en la Divina Comedia y en la historia que se articula a lo largo del fuste de la Columna que se alza entre las dos bibliotecas, latina y griega, en el Foro que mandó construir a los pies del Esquilino. La voz narrativa es de Giuseppe Cederna.
Justiniano
Paraíso, Canto VI, 1-27
Una vista desde arriba muestra los monumentos del corazón de Roma cubiertos por la nieve, del Capitolio al Coliseo. Las imágenes acompañan las palabras del emperador Justiniano que se presenta ante Dante, en el canto VI del paraíso, come el autor del Corpus iuris civilis, recopilación de derecho romano que le fue inspirada directamente por Dios cuando abandonó la herejía del monofisismo, gracias a la intervención del papa Agapito. Justiniano, con la voz del actor Massimo Ghini, recorre 12 siglos de la historia de Roma a través del camino del águila, símbolo del imperio: desfilan los lugares de la monarquía, los símbolos de la república y las insignias del poder de los emperadores a partir de Julio César.
Apolo
Paraíso, Canto I, 13-36
Para Dante, Apolo es la personalización de la inspiración divina e invoca su ayuda en el prefacio del paraíso para el último trabajo. Para Augusto, Apolo es la personificación del orden y la moralidad. El princeps se identifica en él y lo incluye en su propaganda política valorizando el culto hasta convertirlo en un elemento fundamental del plan de construcción y decoración de su casa. El ciclo de las placas campanas con la contraposición entre Apolo y Hércules o, incluso, el fresco de Apolo Citaredo con colores vivos son algunas de las imágenes a través de las cuales Augusto gobierna el Imperio: Apolo aparece representado como betilo en la Habitación de las Máscaras, en su casa, mientras que probablemente el pórtico de su templo, en el Palatino, estaba decorado por las estatuas de las Danaides que actualmente se conservan en el Museo Palatino. La encargada de poner voz a la invocación del sumo poeta a la divinidad es Rosa Diletta Rossi.
Venus
Paraíso, Canto VIII, 1-39
Los resplandores de luz entre las columnas del Templo de Venus y Roma acompañan los versos del paraíso donde Dante analiza la verdadera naturaleza de la diosa, nacida de la espuma del mar de Chipre. Indiferente a su naturaleza mortal, se unió con Anquises, rey de Troya, y dio a luz a Eneas, padre de Ascanio Julo. Este enlace justificará los orígenes divinos reclamados por César para la gens Julia, que se confirma con la construcción del Templo de Venus Genetrix en su honor. Dante, en la voz de Rosa Diletta Rossi, analiza la naturaleza del amor encarnado por la diosa, cuya belleza se conserva eterna en las estatuas del Museo Palatino. No se trata de un amor sensual, como creían erróneamente los antiguos, sino de un sentimiento puro y desinteresado hacia el prójimo.
Saturno
El nombre de Saturno, en el paraíso, está asociado al cielo VII. Es el lugar en el que se presentan ante Dante los espíritus contemplativos y está gobernado por la inteligencia angélica de los tronos, inspirados directamente por la justicia divina. El templo de Saturno, situado a lo largo del margen septentrional del Foro Romano estaba destinado a actividades relacionadas con la administración de la justicia. Consagrado en los primeros años de la República, fue el lugar designado para la publicación de documentos públicos y leyes, además de ser la primera sede del Aerarium, el tesoro del Estado.
Marte
En el paraíso, el cielo V es el cielo de Marte: está gobernado por las Virtudes y es el lugar donde Dante se encuentra con los espíritus militares guerreros de la Fe. Siendo dios de la guerra, Marte está unido a la génesis de la ciudad de Roma, como padre divino del mítico fundador, Rómulo. Con la epíclesi de Ultor, es decir, con el atributo de vengador, se recuerda en el templo construido por Augusto en el centro del foro al que da nombre, para eterna memoria de la venganza infligida a los asesinos de Julio César. Suetonio, en las Vidas de los doce césares (Aug., 29), nos cuenta que Octavio tras la batalla de Filipos hizo un voto: tras su construcción, el Senado habría tomado allí las decisiones sobre las guerras y los triunfos y desde allí habrían salido, y allí habrían regresado, los comandantes de las legiones que se dirigían a las provincias para, volviendo, depositar en su interior las insignias victoriosas.
San Pedro y San Pablo
Paraíso, Canto XXIV, 52-75
El límite norte del Foro Romano, con las laderas meridionales del Capitolio, es un lugar de devoción y profunda unión con el cristianismo primitivo. Allí se encuentran los restos del Tullianum, la construcción subterránea de forma circular en la cual, al igual que otros enemigos del pueblo romano, fueron encarcelados e inmovilizados con cepos los apóstoles Pedro y Pablo. Allí, los condenados esperaban la muerte entre las aguas que brotaban de una poza de agua, descubierta durante las investigaciones arqueológicas. A dichas aguas está ligada la tradición de la conversión de los carceleros por parte de Pedro. El guardián de las llaves del paraíso será aquel que pondrá a prueba la fe de Dante, definida en línea con la tradición paulina: "sustancia de lo esperado y de lo no aparente el argumento".
Simón Mago
Infierno, Canto XIX, 1-6
La basílica de Santa Francesca Romana, dedicada originariamente a Santa María Nueva, surge en la parte norte del templo de Venus y Roma, donde se instauró alrededor del siglo VIII el Oratorio de los Santos Pedro y Pablo. La sede del oratorio, dentro de la celda que en otro tiempo estaba dedicada al culto de la diosa Roma, no es casual. Parece ser que fue el lugar en el que Pedro fue desafiado a alzarse en vuelo por Simón, hereje dedicado a las artes mágicas a quien las plegarias del apóstol hicieron caer a tierra. Las escrituras relatan el intento de adquirir de Pedro la posibilidad de transmitir el Espíritu Santo y, como ejemplo de quienes se dedican a la compraventa de objetos sacros, o simonía, Dante lo incluye en el valle III, invocando el sonido de las trompetas del Juicio Final.
Oh Simón mago y míseros secuaces
que a las cosas de Dios, que separadas
de bondad no han de ser, tenéis, rapaces,
por el oro y la plata adulteradas;
que os salude mi trompa es conveniente,
almas al tercer valle condenadas.